La actitud de aprendiz

La actitud del aprendiz nos quita el temor de no ser mejores o perfectos. Nos quita el miedo a fracasar porque en cada fracaso el aprendiz sólo ve un maestro. Nos quita la falsa necesidad de triunfar, porque el triunfo es una de tantas lecciones. De las caídas aprendemos las lecciones cruciales de la vida. Fe de aprendiz. Confianza de aprendiz. Esperanza de aprendiz. El que aprende nada nunca pierde; sólo aprende. Las lecciones son su ganancia permanente.
La actitud del aprendiz nos quita el temor de no ser mejores o perfectos. Nos quita el miedo a fracasar porque en cada fracaso el aprendiz sólo ve un maestro. Nos quita la falsa necesidad de triunfar, porque el triunfo es una de tantas lecciones.

De las caídas aprendemos las lecciones cruciales de la vida.

Fe de aprendiz. Confianza de aprendiz. Esperanza de aprendiz. El que aprende nada nunca pierde; sólo aprende. Las lecciones son su ganancia permanente.

No tenemos nada que perder si podemos aprender.

La confianza nace desde la actitud del aprendiz. Si estamos en la vida aprendiendo, pues no tenemos más estrategia que aprender, aprender del dolor, del amor, de la luz, de la sombra, de la enfermedad y de la muerte. Pero sobre todo aprender a aprender.

En la vida tenemos un derecho esencial: a equivocarnos. Y ese mismo derecho nos concede la oportunidad de repetir una y otra vez lo que no hemos podido aprender. La memoria a largo término, esencial para aprender, implica que lo que no se repite no se puede grabar. Para incorporar las lecciones y hacerlas nuestras, la vida nos lleva una y otra vez a repetirlas. Y aprendemos las lecciones cruciales de la vida de las caídas. Caer una, dos, mil veces. Levantarse una, dos, mil veces. Caer para levantarse hasta aprender es la historia de la vida humana. No tenemos nada que perder si podemos aprender.

El fracaso tiene un fondo de bondad cuando se lo puede vivir no como catástrofe sino como lección. Aún la muerte es la prueba final en el aprendizaje del desapego. La muerte es la lección crucial en el capítulo de la libertad.

En el cáncer hay mucho de negación de la ira, represión de ésta, represión del sentimiento; y entonces todo se vuelve un resentimiento. Como muchas otras enfermedades, el cáncer también es una forma congelada de conciencia en el cuerpo, que está ahí para revelarnos una lección que podemos o no aprender. No se trata solamente de curarse, sanamos cuando aprendemos la lección, y a veces cuando esto sucede, el maestro, aún el que llamamos cáncer, no es necesario. Una vez que hemos aprendido la lección ya no necesitamos del maestro. Entonces podremos ascender a un nuevo grado donde seguramente vamos a encontrar otros maestros.

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