Winnicott desarrolla el concepto de madre suficientemente buena, como aquella que puede ajustarse a las necesidades del niño.
Los factores etiológicos de las patologías, deberían buscarse en la incapacidad de la madre para identificarse con su bebé y proveerle así lo que este necesita.
Lo que Winnicott destaca es la dependencia absoluta del “infans” al Otro materno. Es decir todo aquello que el niño necesita, debe proporcionarlo la madre (o quien lo cuida). Ya Freud nombraba el desamparo o desvalimiento para referirse a esta situación del “infans”, que indica que el mismo no puede mantenerse vivo por sus propios medios en la primera etapa de la vida.
Decía Winnicott que “el infans siendo, debe empezar a ser” . Significa esto que su ser, su persona, debe desarrollarse y que este desarrollo, este despliegue es el que una madre suficientemente buena facilita.
Winnicott –un autor que atiende el movimiento emocional– antepone el concepto de función frente al del sujeto que la realiza (madre, padre o sustituto). La función implica una acción, un movimiento que posibilita un proceso, más allá del individuo concreto, biológico, que realiza el cuidado materno. De ahí que la función materna puede ejercerla, indistintamente, todo aquel que tenga condiciones y disposición para hacerla.
Las funciones maternas primordiales son tres: el sostenimiento o sostén (holding), o manejo (handling), y la presentación objetal (objet-presenting). Estas tres funciones determinan, de forma correlativa, una forma de desarrollo en el niño: un primer proceso de integración, en la fase de dependencia absoluta; un proceso de personificación en aras de la unidad psique/soma; y un proceso de realización, que fundamenta la capacidad de establecer relaciones interpersonales.