Nuestras relaciones familiares son una lupa que aumenta los sentimientos que albergamos entre sí.
A menudo las emociones parecen ser más intensas en un contexto familiar.
Los miembros de una familia tienen una asombrosa y certera capacidad de detectar nuestras inseguridades:saben que tecla apretar para despertar un torrente de emociones. Con frecuencia oscilan violentamente entre los extremos: la ira se funde en reconciliación, la cual a su vez se transforma en ira; o los celos recorren el circulo completo para terminar pidiendo perdón.
Esta volubilidad se debe a una serie de factores.
El primero es la proximidad física que comportan las relaciones familiares. Cuando compartimos el techo, o nos visitamos regularmente, no es fácil olvidar temporalmente los problemas.
La segunda razón es la historia acumulada, que provoca que las relaciones familiares sean tan complicadas.
Las fases por las que hemos pasado, el íntimo conocimiento compartido, la gran intimidad que despierta emociones contradictorias de celos , proximidad, irritación y una incontenible necesidad de aprobación, todo ello crea un complicado escenario para la búsqueda del conocimiento espiritual.